Tjeerd Royaards es el autor de un dibujo viral que muestra cómo los elogios al héroe que escaló un edificio para rescatar a un menor pueden convertirse en odio en Europa si se produce en una valla fronteriza.
Lo que viene llamándose “crisis humanitaria” en referencia a las migraciones masivas de los últimos lustros es en realidad una tragedia de gran magnitud, cuya alarmante progresión nos enfrenta a una “naturalización” de la historia que se repite, genocida e hipócrita. Los desplazados que huyen de su inevitable destino si permanecieran en su hogar, “encierro, destierro, entierro” están huyendo de las guerras y guerrillas, violencia estructural, poder totalitario y ulcerosos fanatismos. No se viaja por placer ni para medrar económicamente, se migra para sobrevivir poniendo en riesgo la vida en el trayecto, y teniendo tratos vejatorios y esclavizantes en muchos casos a la llegada a los países supuestamente de acogida.
La viñeta -que se ha hecho viral- de Royaards recae con un paralelismo en el que se cambia el escenario, se mantienen a los personajes y la acción, en la hipocresía o doble moral de los europeos. De héroe a indeseable “inmigrante”, “ilegal”. Así las cosas, lo obvio, merece ser dicho, expuesto, porque hasta que no se hace, se corre el riesgo de ni pararse a pensar en ello. Curiosos son los grises de la escena del héroe y azules la del migrante criminalizado.
Se puede dar un paso más allá, y pensar desde la viñeta en lo que un sistema injusto e insensible, manipulador y obsesionado con ver en los otros como enemigos, cómo ha conseguido, ya no actitudes hipócritas, sino neutralizar lo natural, que es la hospitalidad, y naturalizar lo condicionado y reaccionario que es la historia como repetición de la barbarie, el odio al extranjero y su cultura, el odio a los pobres, como si fueran los culpables de todos los males económicos de nuestra sociedad y no las malas prácticas que se vienen desarrollando desde ese capitalismo salvaje y especulador que arrasa con todo lo que pilla. La sociedad se divide entonces entre un pequeño porcentaje muy sensible y activo que lucha incansable por los DD. HH. de las personas más vulnerables (2%), otro pequeño porcentaje hipócrita y manipulador (2%) que incitan a las personas desde el miedo y la ignorancia hacia el racismo, la xenofobia, o la aporofobia (30%) y el resto de la sociedad (66 %) que podríamos llamar “la zona gris” siguiendo la terminología de Jorge Semprún. Esta última, la más numerosa, es la que más preocupantemente reacciona bajo lo que evidencia la viñeta de Tieerd. Esta hipótesis no niega la hipocresía de cierta parte de la población europea, aunque ve en la neutralidad de la zona gris el principal escollo para que se salve el paradigma marco de una cultura de muerte, donde las personas valen mucho menos que la economía de guerra y las guerras como motores de la economía que producen millones de desplazados, los cuales acaban siendo víctimas en los países enriquecidos desde las políticas colonialistas y descaradamente mentirodas, por ser considerados residuos (basura, sobrante sin utilidad) o competencia desleal (potenciales puestos de trabajo más barato que dejaría a los trabajadores locales en el paro. Falsos argumentos que propician, en los neutrales (66%) el prejuicio que expone la viñeta.
¿A qué invita la atenta observación y reflexión sobre la imagen de dos situaciones en las que se pasa de ver un héroe a un criminal? Pues primero a deconstruir el discurso oficial, entre nosotros víctimas y “ellos” potenciales victimarios. En segundo lugar desmonta la insostenible creencia de que se pueda ser “neutral” ante algo tan grave y urgente como la tragedia que ha supuesto un genocidio diseminado por el Mar Mediterráneo, aunque no solo, en las migraciones tanto climáticas como las propiciadas por políticas de violencia sistémica.
Desde València Es Refugi celebramos que esta viñeta “viral” permita ver, pensar y actuar en favor de la integración cívica de los migrantes. Así pues, ahora es ya el turno de cada una de las personas que viven en un territorio que quiere ser hospitalario, convivir en pluralidad de pueblos y desde las heterogéneas maneras de vivir en democracia y libertad responsable. No habrá paz en el mundo mientas no haya paz y convivencia entre los pueblos.